¿Qué es Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN)?

La II Guerra Mundial dejó una Europa hundida, destrozada, dividida, llena de heridas, pero Dios suscitó a un hombre que comenzaría una gran obra de restauración, una rehabilitación integral que comenzará con pequeños gestos. Aquel hombre de Dios era el P. Werenfried van Straaten (cuyo nombre significa “Guerrero de la paz”) quien, convencido de que “el hombre es mucho mejor de lo que pensamos”, decidió iniciar un camino de reconciliación entre aquellos que un día fueron enemigos en el conflicto mundial; a través del artículo “No hay sitio en la posada”, en la Navidad de 1947 denunció la miseria en la que vivían millones de refugiados alemanes después de la guerra. Así nacía Ayuda a la Iglesia Necesitada, Fundación de la Santa Sede que desea “secar las lágrimas de Dios dondequiera que Él llore”.

El P. Werenfried decidió pedir una loncha de tocino de su cartilla de racionamiento a los vencedores belgas para dársela a los vencidos refugiados alemanes, “sus enemigos de ayer”. Sus predicaciones tocaron el corazón de aquellas personas logrando que se consiguió que se reconciliaran, y consiguió llenar varios camiones de toneladas de tocino para los 14 millones de personas que tuvieron que huir de la Alemania del Este. Esta acción le valió el cariñoso sobrenombre de “Padre Tocino”, que le acompañó hasta el final de sus días.

Desde ese momento, Ayuda a la Iglesia Necesitada fue  extendiendo su radio de acción, pero sin perder de vista su auténtica vocación: promover la reconciliación entre los hombres y ayudar a los millones de personas desplazadas que, tras la II Guerra Mundial, sufrían verdadera necesidad. Ambos elementos se fundamentan y se alimentan del amor, de ahí que ese fuese el tema central de sus predicaciones, catequesis, conversaciones, etc., un amor que se hiciese concreto, que moviese a la acción.

Así, llevó a cabo la campaña para ayudar a los 3.000 sacerdotes de la mochila, que recorrían los pueblos atendiendo material y espiritualmente a miles de feligreses, la de los “Vehículos para Dios” para facilitarles motos y una flota de escarabajos cedidos por Volkswagen a aquellos sacerdotes de la mochila, o la de los famosos “coches–capilla”, auténticas parroquias con ruedas.

Desde entonces, AIN ha buscado dar a conocer la situación de falta de libertad religiosa que se vive en numerosos países del mundo, orar y promover campañas de oración por los miles de personas que no pueden hacerlo libremente, y ayudar a la Iglesia que sufre en cualquier lugar de la Tierra.

Nuestra parroquia no puede permanecer indiferente ante el sufrimiento de tantos hermanos, quiere colaborar informando, orando y ayudando a estos testigos del siglo XXI según nuestras posibilidades.